El socorrista puede a veces ser un «heroe amargo». El que salva una vida o el que, pese a su esfuerzo, no es capaz de salvar otra. Esto es especialmente relevante en el Socorrismo en Playas.

El 16 de agosto, un turista polaco se ahogaba en el Cabo de Gata, sin que la intervención de los socorristas pudiera evitarlo. Sin embargo, su hija sobrevivió.

«Mi padre perdió la vida en esa playa. Pero a mí me salvaron la vida las personas que fueron a por mí. A mi madre le salvaron la vida las personas que agarraron con todas sus fuerzas a una mujer desesperada viendo su marido e hija luchando contra las olas”.

Su testimonio, en La Voz de Almeria.